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¿Qué tan pronto hemos abandonado algo que aparentemente era de nuestro interés?
Pagar la membrecía de un lugar al que no regresamos, abandonar un proyecto que iniciamos, dejar estudios pendientes, el plan de alimentación que no continuamos e incluso las promesas que hicimos a otras personas.
La neurociencia explica que los diferentes estímulos por los cuales tomamos decisiones tienen un origen químico y hormonal. Dicho de otra manera, a diferencia de cualquier estímulo inicial, el compromiso es una decisión consiente.
En el ámbito personal, trabajo y en las relaciones, el compromiso actúa como una base sólida y estable para alcanzar metas y desarrollar relaciones significativas. Nos mantiene enfocados en lo que realmente queremos y nos da la capacidad de mantenernos firmes ante nuestras promesas, objetivos y valores.
Las personas podemos dejar de estar comprometidas por razones emocionales y de contexto. Es fundamental entender que el compromiso nos asegura progreso, confianza y sentido de propósito.
“Las personas nos comprometemos con lo que consideramos valioso o necesario para nuestro bienestar.”
Existen diversas prácticas que reflejan compromiso en áreas clave de nuestra vida y una de ellas es cuando decidimos establecer una relación de pareja. Este vínculo sentimental implica respeto, amor, compromiso, fidelidad, tolerancia, confianza, entre otros valores.
El estímulo inicial de una relación no está vinculado a ningún valor, esa motivación inicial proviene de elementos que despiertan atracción, interés y conexión emocional. Sin embargo, lo que permitirá que una relación perdure en el tiempo son los valores antes mencionados.
Hay muchos aspectos positivos del compromiso como que ayuda a mantener el enfoque, nos muestra como personas confiables, refuerza nuestra autoestima, nos permite alcanzar metas, nos permite inspirar a otros y llevar una vida coherente con lo que realmente nos importa.
Por lo tanto, concluyamos que la motivación y el compromiso están estrechamente relacionados, porque influyen en nuestras decisiones y comportamientos con respecto a lo que hemos decidido. Puede no haber una motivación constante, pero el compromiso puede ser sostenido por disciplina y un propósito claro.
Aquí te dejamos un ejercicio que te ayudará a mantenerte comprometido:
¿Mi compromiso está alineado con mis prioridades?
¿Estoy invirtiendo suficiente tiempo y energía en ello?
¿Cumplo con lo que me he comprometido, incluso si no tengo ganas?
¿Todavía me entusiasma o siento que lo hago por obligación?
¿Acepto los errores o me rindo fácilmente?
¿Qué impacto tendría en mi vida si no cumplo con lo que me he comprometido?
¡Comprometerse no siempre es fácil, pero vale la pena para lograr cosas importantes!
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